Tengo tanto equilibrio que, a veces, no me sostengo en pie y me tropiezo con mi sombra sin ningún gintonic en el cuerpo. A veces ando por la calle siguiendo líneas imaginarias, de las que sólo existen en mi cabeza, y, aun así, me caigo de ellas. Pero emocionalmente, sí tengo equilibrio.
Bueno, a veces no, porque me da el pronto y me obsesiono, río, lloro, grito, me encierro en mi cueva y salgo a ver el sol en cuestión de minutos. Y luego me río otra vez porque lo del equilibrio está sobrevalorado y me doy risa.
Lo que pasa es que, habitualmente, me relaciono con gente estable y racional, que para dramaQueen en mi vida, pues ya estoy yo. Y eso me limita un poco cuando quiero montar un pitote. Un poco, dije.
Pero a veces se me cruza por delante en la vida gente todavía más desequilibrada que yo, gente que ni me frena, ni me anima, ni me cuida, ni me jode y empieza a orbitar cual satélite natural alrededor de mi cabeza, por los siglos de los siglos amén.
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