Y ya fue, y ya se cierra el círculo. Vuelvo a una situación de quietud incomoda en medio del balancín, para que no se vaya para ningún lado. Lo que yo llamo el equilibrio, vaya: un lugar finito en el espacio y en el tiempo, donde intentas que nada se vaya a la mierda, excepto tu maldita vida.
Mi desequilibrio con el desequilibrado se evaporó como el agua del arroz que, a la que te descuidas dos segundos y medio, sube con la espuma y se cae sobre la vitrocerámica; estalla con un ruido estrepitoso al chocar con la superficie caliente y bomba de humo. Y si te he visto no me acuerdo.
En fin, que hasta nuevo aviso ando aburrida y estable, y mi gran entretenimiento es mirar mal a la mujer que vive conmigo cuando me dice que soy un caos.
THE END.
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