Faltaba tanto tiempo, que parecía que nunca llegaría. Pero también parecía evidente que llegaría el tres o cuatro de junio, aunque estos días han demostrado que tampoco eso era una verdad incontestable. Al menos, no para todas.
Quizás es porque me cuesta poco echar de menos y se me hace bola echar de menos sin cuenta atrás. Como extrañando aquél que se va sin vuelta. Pero a ratos – y sólo a ratos – siento que aprendo a vivir con ello. Sobretodo, con la añoranza del sentir de los instantes exactos. Me gusta tumbarme en los recuerdos y, simplemente, estar allí.
Hoy me siento rara porque termina una cuenta atrás que lleva a ninguna parte. Tres o cuatro de junio y andamos pies en el suelo. Pero al fin y al cabo, quizás solamente parecía que nunca llegaría porque nunca tuvo que llegar.
Deixa un comentari